lunes, 11 de marzo de 2019

NADA ES LO QUE PARECE...


...Pero daba juego para pensar muchas cosas.

Os comento:

¿ Qué pensarías si entras al baño publico de un hotelazo de cuatro estrellas y te encuentras una mochila y una bolsa de aseo en el poyete de los lavabos, unos tenis en el suelo, un porta traje en el pomo de un baño, en el otro una camiseta y un tío sin ella, con chándal y sin zapatos, frente al espejo maquillándose?

¿ Y si entras al almacén de camareros donde sueles soltar tus cosas antes de trabajar y te encuentras a una rubia con unos pantalones negros en la mano cosiéndolos y un tío junto a ella, con chaqueta de esmoquin, palomita, camisa blanca, calcetines negros, sin zapatos , ni pantalones y con unos slips rojos?.

Pues ese tío que menciono en el cuestionario era yo, en las instalaciones del Hotel Córdoba Center el pasado sábado 2 de marzo del 2019 y aunque no lo creáis todo tenía su explicación y repito nada era lo que parecía.

Aunque teníamos dos lugares para cambiarnos; uno era el pequeño almacén de los camareros  y el otro la sala de actuación, yo decidí hacerlo en un baño. Si me cambiaba en alguno de esos dos lugares  podía hacerlo con los compis, crear elenco y demás pero yo deseaba y necesitaba estar un rato a solas, así que me fui a la cafetería del hotel a por un magnifico dulce , sabía que no iba a ser barato pero necesitaba ese momento de descanso, azúcar y glamour.

Y muy glamuroso me senté en esa cafetería, en la barra, pedí un trozo de tarta y tranquilamente desconecté. Dediqué ese tiempo a disfrutar del dulce, responder Whatsapp, empaparme del tiempo primaveral y de conversar con la camarera que era una chica excepcional, me estuvo preguntando por la pieza, por nuestro trabajo etc.

Descubrí que justo al lado de la cafetería había un baño publico del hotel. Llevaba allí todo el día y no me había percatado en él, estaba arrinconado, algo oscuro y pensé que sería el lugar idóneo para cambiarme ya que no molestaría ni me molestaría nadie. Le pregunté a la camarera si podía cambiarme allí y me dijo que sí.

Al abrir la puerta del supuesto “baño” había un largo pasillo que si me llevó al baño. Estaba tan escondido que sabía a ciencia cierta que ahí no podía entrar nadie.

Me puse cómodo, solté las cosas y empecé a maquillarme y entró un hombre muy pijillo, su cara era un poema al verme descalzo, sin camiseta, con todo por medio. Yo le intenté explicar que no era lo que parecía, que no era un indigente que se había colado en el hotel, sino unos de los actores de esa noche, luego entró Sergio, que mira que estaba escondido el baño pues dio con él y por último entró otro muchacho y a este ya directamente no le dije nada y le dejé libre para que volara su imaginación.

Durante el tiempo de maquilarme, vestirme,  recoger y arreglarme, estuve acompañado, vía Whatsapp, por mi amigo Edgar y por el cuarto de baño, que tenía vida propia y me estaba haciendo la mía imposible. Tenía  las últimas tecnologías a su alcance y eso hacía que tuviera unos sensores que ponía todo en marcha sin tocarlo, así que cada vez que me movía, el grifo se ponía a echar agua y cuando lo necesitaba para mojar la esponja del maquillaje o lavarme las manos no tenía narices de conectarlo, cada vez que soltaba algo en el poyete, el secador de manos se ponía en marcha sin esperarlo, con el consecuente susto de no esperar su " agradable" sonido, hasta la mochila se me manchó de gel de manos, puesto que la solté junto al lavabo y puso en marcha sin querer el sensor y eso empezó a soltar jabón sobre la mochila y ya el colmo fue cuando voy a coger del pomo de la puerta la camiseta y salta la cisterna del baño. ¡¡¡ Ya digo, entre las visitas inesperadas y la vida propia del lugar, no ganaba para sustos!!.


Una vez listo, me fui al almacén de los camareros solté mis cosas y pasé al salón/ comedor, ya estaba a oscuras, con sus velas y empecé a relajarme y fue en ese momento cuando noté un pequeño agujero bajo el bolsillo izquierdo del pantalón, se lo mostré a Elena y por lo visto era un señor agujero, pedí hilo y aguja en la recepción y nos fuimos al almacén de los camareros a coserlo y Elena me pidió que me los quitara. En ese momento llegaron dos camareros a dicho almacén y se lo tomaron a broma. Un momento después la mismísima directora del hotel  fue la que nos vio y según palabras de Raúl no sabía donde meterse.

Una vez ya todo solucionado volví a la sala a pensar, relajar, meterme en el personaje y disfrutar ese momento único de ilusión y ganas de empezar.

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