El miércoles, 30 de octubre del 2019, sí fui con muchas más ganas al ensayo de Proyecto Victoria, quería hacer, aprender, mostrar y trabajar.
Creo que tanto Arantxa como yo, queríamos demostrar que teníamos tan claro lo que CHL nos había marcado, y que nos habíamos estudiado el texto que nos pudieron las prisas.
La velocidad fue la protagonista de ese repaso y por más que la intentabamos reducir y CHL nos daba indicaciones para ello, el ritmo iba como un rayo, no dábamos lo que nos pedía la pieza y tuvimos que repetir y repetir cada fragmento de esa parte mil veces.
Incluso CHL, nos fue marcando frase a frase. Con cada frase nos ponía un movimientos o una acción concreta, para frenar nuestra velocidad, poder mantener el ritmo y que no se nos fuera todo de las manos.
Una vez apuntados todos los movimientos en el libreto y trabajar frase a frase, seguimos. Fue como montar de nuevo lo del lunes, creo que eso no alegró mucho a CHL, pero pienso que trabajar tantos días a la semana seguidos no nos ayuda a asentar y digerir lo nuevo.
Con todo eso ya listo, nos dejó libertad para repasar la obra hasta lo que llevábamos montado. Pero no quedó bien, desde mi opinión, quedó fría, atropellada, sin comunicación, sin escucha y sin relación entre mi compi y yo.
Yo estaba a gusto pero no estaba saliendo la cosa bien.
Ya casi al final de la jornada y antes de salir, el director que no estaba muy convencido con ese día de trabajo, nos corrigió e incluso nos puso a hacer un ejercicio de escucha y de comunicación, muy chulo. Pero ya era muy tarde y mi nivel de concentración quedó claro que era poco, pues fallé mil y una vez.
Menos mal que nos dio el día 1 como libre, puesto que yo necesitaba reposar todo lo aprendido en Proyecto Victoria o pasaría a ser Proyecto mezcolanza.
Pues no corras entonces.
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