jueves, 11 de mayo de 2017

LIBRE COMO LA "LLUVIA".


Estoy en el previo a actuar, pero no en mi previo, sino en el de mis compañeros: Andrés y Luis.

Estoy en Granada, en el Instituto Juan XXIII de La Chanas, hoy, martes 9 de mayo del 2017, Nacho Albert,  hace doblete con las piezas Quijo-
tadas y Lluvia Fina.

Ahora, estoy en el baño de las chicas, junto a Luis Centeno. En un momento empezará a actuar y yo, en un momento, saldré a verlo. Pero no puedo sentarme hasta que todos estén sentados porque llevo parte del vestuario de Simón.

Así que estoy en su previo a actuar, aunque bueno realmente también es el mío, pero a mí me quedan 45 minutos, en teoría, hasta que acabe esta pieza y empiece yo. Pero creo que será más tiempo.

Estoy realmente nervioso y no por el texto, ni por la pieza o el personaje, que ya lo tengo. Sino por el sitio. Otro escenario alto, estrecho y con mucho calor. Por eso estoy nervioso  a ver como ando por allí. Aunque el poco tiempo que he estado sobre él, probando las cariocas, he estado tranquilo.

Pero la verdad es que no hemos repasado texto, ni probado voz, ni sonido, ni nada. Vamos a salir a actuar a pelo y eso asusta.

Lo tenemos todo muy controlado, el ensayo de ayer salió perfecto pero... no se puede ir tan sobrado.

Nacho siempre suele tenernos muy controlados. Y cuando llegamos a un sitio nos habla del espacio, de las luces, probamos voces, movimientos en el espacio para limitarlo y se cuadra los cortes musicales pero hoy nada.

De hecho hoy siento que vamos muy desperdigados

Como dije, en la entrada anterior, me vine a Granada en el coche de Fernando, junto a las dos actrices del grupo Pepa y Adriana.

Hemos sido los primeros en llegar a Granada y al cole. No habían llegado, todavía, ninguno de los compañeros, ni teníamos noticias de ellos, por tanto, hemos ido un poco a nuestra bola. Los actores en acción por un lado y por el otro el resto. Je, je, je. Es broma. Pero si hemos ido muy libres.

A las diez y pocos minutos llegábamos a Granada, pero vamos, que casi ni hemos rozado la ciudad, porque entrar no hemos entramos. Fue cruzar el característico puente de entrada a la ciudad, con esos palos-focos enormes y encontrarnos con un desierto, una nave industrial abandonada y justo al lado de esta, otra en mejor estado y ese era el lugar de actuación. La verdad que cuando Pepa lo dijo lo tomé a broma.

Aparcamos y nos bajamos del coche, en aquel desierto y notamos la temperatura altísima de Granada. Vamos que ya era pleno verano. Diez de la mañana y 25 grados.

A las 10:11 estábamos en puerta del cole y como estaba abierto, ni cortos ni perezosos, entramos y por vuestra cuenta y riesgo nos andamos todo el cole. Fernando primero, como macho alpha, según la definición de Pepa y nosotros detrás.

Aquello era un solar de cemento gris, en pleno desierto, lleno de edificios, bajos, colocados al azar, unos por un lado y otros por otro, muchas rejas y puertas de hierro. Luego me enteré que el cole tiene un premio de arquitectura y todo... Y eso sí, muchos adolescentes unos con uniformes y otros no, algo que traía mala a Pepa.

Encontramos a un señor, después de dar muchas vueltas, y nos llevó al teatro.

El teatro como digo era una nave, inmensa, con un escenario alto, pero muy coqueto, decorado con unas bambalinas, muy chulas, hechas de telas con toda la tonalidad del rojo y un exorno floral natural al borde del escenario, precioso, pero más propio de una folclórica. Qué de bromas hicimos sobre eso. Subimos al escenario soltamos el vestuario y salimos.

Como no había llegado el jefe, ni teníamos noticias de él y estábamos libres, nos fuimos a la calle a desayunar pues no nos gustaba el bar del cole, mucha gente.

Y nos fuimos a la Chanas y desayunamos en el bar LA AUTOPISTA. Lo pongo en mayúscula porque me comí el bocadillo de jamón más grande y bueno de la historia. Aun hoy recordándolo mi boca saliva.

Pese a los líos ocasionados por la distinta terminología desayunistica entre Málaga y Granada, en el tema de los cafés lo sabía, pero en el resto no. Pues bien pese a eso echamos un buen desayuno, con  risas y charlas con Pepa y su alergia.

A las 10:45 nos escribió el dire para pedirnos que volviéramos a currar y allí nos fuimos.

Entre que pagamos, acabamos, pillamos el coche y llegamos. Entramos al colegio a las 11.

A las 12 empezaban los compis y después de ellos, a los 15 minutos, nosotros, así que había que prepararse ya.

Yo llegué y, en espera de las instrucciones de Nacho, me senté a hablar con Lorena. Miembro del equipo de Quijotadas y ahí se me fue el santo al cielo.

Viendo que pasaba el tiempo y no pasaba nada, subí, arreglé mi atrezo, que luego descolocó, la pobre Adri, al subir, al escenario a oscuras y casi hocicarse con él. Como no había camerino, ni espejo en el baño de chicas, una profesora, amable, me llevó, medio vestido, al baño de profesores y allí me maquillé.

Por cierto, allí me di cuenta de los efectos que los 4 kilos de más que he cogido han hecho en mí cuerpo y también de que por fin, he vuelto a encontrar mi base de maquillaje perfecta. Después de  mucho tiempo de búsqueda, la encontré, sin querer, en el Puerto de la Torre.

A medio vestir, para no quitar la sorpresa al público, me senté, a las 12:00 horas, a ver Quijotadas.

El público que hay ahora viendo Quijotadas no es el nuestro, pero está totalmente entregado, atento y no paran de reír. Eso augura éxito a Simón. Ya veremos.

Tras Quijotadas, 45 minutos, más, de espera. En ese tiempo, me hice fotos que salieron fatal, rompí una pulsera del personaje, hablé con los técnicos, me vestí y pase mucho rato hablando, excesivamente tranquilo y bromeando, con Andrés y Lorena.

Dieron el aviso para empezar, me escondí en el baño de la chicas y ahí empezó el miedo, los nervios y la inseguridad.

¿Cómo salió todo? Leerlo en la  próxima entrada.

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