martes, 7 de agosto de 2018

"LAS CENAS DE LAS ¡¡¡E-MO-CI-O-NES!!!".


Y nunca mejor dicho, emociones con todas sus letras, en mayúsculas, con exclamaciones y bien deletreadas, porque ellas fueron ayer, sábado 4 de agosto del 2018, las protagonistas. El publico cenó con ellas, nosotros( Elena, Cristina, Raúl y yo) actuamos con ellas y todos los que estuvimos en el Restaurante La niña bonita, nos llenamos de ellas y por eso  fueron las verdaderas protagonistas de la velada, porque lo inundaron todo y a todos.

Esta pieza es un trabajo de Saborearte teatro, cuya autoría corresponde a Elena Molina, antigua compañera de la ESAD y amiga. 

Consiste en una cena donde los comensales se deben dejar llevar, vivir emociones, sentir y ser libres respecto a todo lo que ocurre a su alrededor. 

Al entrar.... Hasta ahí puedo contar que en este proyecto todo es secreto, ya que si no se pierde emoción, así que, voy a contaros la noche de ayer sin descubrir( para los jóvenes hacer spoiler) nada. A ver como lo hago.. 

La palabra emoción la he escrito, creo que ya, casi seis veces, así que en esta entrada os voy a hablar de ellas, bueno mejor de las mías, de las que yo sentí anoche:

La primera fue la de ganas de llorar, hacía mucho, pero mucho, tiempo que no me entraban ganas de llorar al acabar una función y ayer pasó, pero un llanto de alegría.

Sí os puedo contar que en la cena hay 10 escenas, pues en mi ultima escena y también, ultima de la obra, el silencio del publico fue total. Mi voz y la de Cristina, retumbaba por toda la sala y eso era una maravilla. Conseguimos que unos comensales que venían de un jolgorio anterior y  después de casi dos horas de espectáculo se quedaran en absoluto silencio, un silencio casi sepulcral. ¡¡ Fue impresionante, parecía que estábamos solos en la sala!!.Fue tan grande que al terminar, acabamos Cristina y yo abrazados por el suelo.

Yo he participado, contando esta ultima, dos veces en Las cenas de las emociones y debo confesar que en la anterior edición, el final del espectáculo fue complicado y se me hizo pesado, pero esta vez, no. En muy poco tiempo estaba todo listo, terminado y muy bien organizado, por tanto, el saludo final se convirtió en una fiesta y una felicidad que compartimos entre nosotros, el publico, el técnico y los camareros. ¡ Eramos una sola persona, un todo y eso también fue precioso! Y en ese momento fue cuando me abracé a Elena y menos mal que me retuve, que si me dejo llevar,entre la emoción de la escena 10 y el final, me harto de llorar.

El show empieza con una introducción entre Elena y yo. Esta exige un actor que sea sensible y otro con capacidad de reacción, improvisación e interactuación.
En la vez anterior yo fui el actor sensible y como yo la verdad que sensible soy poco, le pedí a Elena ( compañera en esa introducción y jefa) cambiar los puestos. Le di toda una argumentación dramaturgia y me permitió el cambio. Gracias, porque lo pasé muy bien y me dio mucha fuerza para lo que venía después. Además me fue fácil, tiré del oficio y saqué todo el repertorio de bromas y chistes que siempre suelen gustar y esta vez también gustaron. Muchas veces los oí reír aunque también hubo tiempo de silencios, donde no hice nada. No sé si se aburrieron durante los silencios, pero es que tampoco quise estar todo el rato acosando a los pobres comensales y hubo tiempo en el que me callé.

Entre la buena introducción y el pedazo de ensayo que hice, estaba deseando empezar y soltar todo lo que había preparado y estudiado durante todos estos días, pero en cuento empecé, noté algo raro.

Como había estudiado solo y a penas ensayé con los compañeros, me sentí raro, parecía que me estaba adelantando a los compis y cortandoles el texto, otras veces había silencios y no sabía si era por mi culpa, de hecho un compañero se acercó a apuntarme una frase y entonces entré en un estado de inseguridad. Mi boca hablaba pero no controlaba si lo que decía y cuando lo decía era correcto o no, eso me puso muy nervioso y cada arranque de frase lo hacía con miedo, con mucho miedo. Es más cuando no estaba en escena miraba y releía el texto una y otra vez. Eso sí, me hizo gracia que una compañera me dijo que me comí una frase cuando yo tuve que hacer gestos más de una vez, para que recordaran frases.¡ Ay!! Eso pasó casi al final de la escena 1 y estuve muy inseguro en la 2 y la 3.

Menos mal que tras esa inseguridad, me creí y las cuatro ultimas escenas que son para mi personaje las más potentes ( hay dos donde no salgo y otras donde hablo dos o tres frases) pues como digo en esas cuatro, me crecí, me armé de seguridad y me comí el texto, el personaje y la situación.

El balance final fue muy positivo, acabamos, como dije al principio, todos muy contentos. Creo que se hizo un gran trabajo. Antes de irnos Raúl  ( pareja de Elena y cojefe) se acercó a mí para hablar sobre mi trabajo y me dijo que le encantó mi enfoque, mi visión y la naturalidad que le di cuando metía ciertas morcillas. Yo estaba muy feliz, pero no orgulloso debido a mi inseguridad inicial.

Por cierto, si fue un éxito no solo lo hicimos nosotros, lo hicieron los camareros que sirvieron los platos en el momento exacto, lo hizo Sergio que nos cuadró la música y nos mimó un montón y el principal fue el público que estuvo para comérselo.









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