El sueño vivido en Ronda acabó cuando llegamos el pasado lunes 19 de
septiembre del 2016, a AT (no doy más datos).
De tres temas quiero hablar en esta entrada, que espero y deseo que no
sea muy larga. Pero como se me lia mucho la cabeza y me pongo a escribir y
no paro, la voy a dividir en tres puntos.

Evitando llegar tarde, llegué demasiado temprano a mi cita con Juan. Me senté en el escalón, empecé a observar a las personas que pasaban a mi alrededor y comencé a imaginar, ¿dónde iban?, ¿cómo habían salido de casa? Era lunes a las 7:45 de la mañana y Málaga estaba llena de gente de un lado a otro.
Para muchos de vosotros, esto será una tontería, pero yo ya no estoy acostumbrado a madrugar. Casi todos iban sin ganas, especialmente los trabajadores del banco, que se miraban y apenas tenían ganas de saludarse o se hacían el tonto para evitar el saludo amable, tan temprano, otros llegaban acompañados y hablando, de negocios. Es curioso pero me sentí feliz, porque yo iba a ver a Juan e irnos a hacer algo que me gusta.

Nos buscó el horario de la línea regular de Olmedo que llega allí , nos buscó el horario que nos viniera bien, para no madrugar mucho y habló con su compañero, para que nos recibiera, nos indicara la parada donde tendríamos que bajarnos y por último que no nos cobraran el trayecto. Pedazo de compañero o ¿no?

Y ahí fue donde Don Quijote salió de su sueño rondeño. Fue un viaje catastrófico y poco más puedo y quiero decir.
Solamente dos cositas; que Juan pidió, en cierto momento, silencio porque no podía continuar y otra vez yo fui el que dije que o guardaban silencio o parábamos el show.
Mandar a callar a los niños, fue constante durante todo el viaje. Niños faltos de imaginación, que en todo momento decían que no vomitábamos de verdad, que las espadas no eran de verdad, que el caballo de Quijote no era de verdad... vamos... no digo nada más. Pero ha sido hasta ahora, el espectáculo del Quijote más largo de mi vida.
Lo mejor, las personas a cargo de los niños, que en ningún momento nos
echaron una mano y ahora sin ironía, lo mejor fue una niña de ojos azules que
hizo del Caballero de la Blanca Luna, que
la irse le dijo a Juan. “Aunque me he
enfrentado a ti, quiero que sepas que eres el mejor" y luego se vino a
mí y me dijo: " Y tu también eres el
mejor". Quitando eso, el resto
bastante fácil de olvidar.
Eres un suertudo por eso y sobre todo, por ser consciente de que lo eres.
ResponderEliminarViva los suertudos, que saben que lo son.