martes, 27 de septiembre de 2016

LAS " AVENTURAS" DE DON QUIJOTE EN VIVO.


"Aventuras no señor, desventuras" esta  es  una frase que dice, Sancho, mi personaje de El viaje de Don Quijote. Y lo que vivimos ayer, domingo 25 de septiembre de 2016, no fueron realmente aventuras sino, como dice Sancho, desventuras.

Ni a soñar que se echara Miguel de Cervantes, podría pensar que su personaje de Don Quijote, en carne y hueso, viviría más de 400 años después de su publicación aventuras mucho más absurdas y estrambóticas que las que él escribió.
 
Durante el espectáculo vamos contando las aventuras vividas por el hidalgo caballero y su fiel escudero y eso voy a hacer yo ahora, relataros las desventuras vividas por ambos.

En la primera, nos mandaron a la mierda, literal. Llegamos al pueblo de Iznate, veinte minutos antes de la recogida del público, pues bien, no había nadie y en vez de esperar a las 18:00,  hora prevista para la recogida y  si no venía nadie marcharnos, la descoordinadora, perdón la coordinadora se fue a " buscarnos público" y nos encontró algo tan variopinto como; una mujer, con su hijo de 3 años que huyó a su coche en  cuanto pudo, dos señoras mayores a las que Juan convenció para que no subieran, dos niños con  ¡¡BICI!!, señora descoordinadora, perdón coordinadora, ¿ Donde iban a meter los niños  las bicis durante el viaje? Y al último que convenció fue a un chico un pelín " despistado" que se subió al bus y le dijimos que el show  duraba dos horas y que no conocíamos a los niños de los otros pueblos, entonces  se bajó del bus y se despidió de nosotros con un  " a la mierda". 


 La siguiente aventura se llamó "autobús atascado en cuatro calle de Benamocarra" también literal. De camino al siguiente pueblo, Almarcha, Diego, el conductor, decidió tirar por la circunvalación, para acortar camino y acabamos, porque los del pueblo se explicaron mal, en plena Benamocarra entre cuatro calles son poder mover el bus.

Menos mal que entre una señora, su hija,su yerno y otro señor que ayudó a quitar los coches que molestaban, conseguimos salir,  pero estuvimos cerca de una hora encerrados. Juan y yo dando vuelta por el pueblo con el vestuario puesto, intentado buscar alguna solución. Y en mi cabeza la idea de: " ¿Como saldremos de aqui y a qué hora? ".

Al final con una hora de retraso y sin avisar a los pueblos, porque a la coordinadora no se le ocurrió llamar al pueblo a donde íbamos. Hasta que yo se lo dije y con mucho retraso llegamos a Almarcha.

Y la última aventura fue, actuar con un autobús parado. Debido a las curvas y las carreteras tan difíciles de esa zona, Diego nos recomendó, previa autorización de su jefe, volver a Almachar y hacer el show completo, parados en un aparcamiento. 

Menos mal, porque con tanta curva, hubiéramos acabado muertos, pero fue un pase muy frio, frio porque el bus estaba parado, frio porque solo teníamos lleno la mitad del bus y se perdía mucho juego, frio porque la coordinadora no paraba de darnos instrucciones durante el show, frio porque una señora se movía cada dos segundo para cambiarse de sitio, fría porque yo estaba deseando acabar de una vez, se me hizo largo y pesado y fría porque el público no era el que tenía que ser.

Menos mal que había una niña de unos 13 años, que estaba encantada con el show, no perdía detalle y cada frase nos miraba con los ojos muy abierto y una enorme sonrisa y dos pequeños que se sentaron al final que hicieron de caballero y que eran un encanto, al igual que sus padres, pero el resto fue un público muy difícil.

Al acabar y en el trayecto para dejar a los del pueblo de El Borge, nos sentamos con Diego, pero desde la cabina  oímos decir, a una mujer del pueblo, que le comentaba al responsable de la Junta y del proyecto, que había vivido una experiencia inolvidable, por tanto, perfecto, buen trabajo.

Por cierto, Juan no pudo lucirse como debía, con lo guapo que iba ya que, me pasé todo el viaje de ida remendando su ropa, que estaba fatal.

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