El madrugón fue de
los de verdad, a las siete de la mañana estaba en pie y cuando digo en pie, es
en pie, porque el bus salía a las ocho y no podía perderlo. Así que el tiempo
estaba realmente limitado. Al final llegué muy pronto a la estación.
El viaje se me hizo muy corto, charlando con José, un
profesor de filosofía que me tocó en el asiento de al lado.
Tras llegar a Motril, cogí el bus hacía la playa. Donde un
conductor, parco en palabra y en amabilidad, me dio una explicación que ni el
mismo entendió.
Monté en el bus, por cierto, el más limpio del
mundo, creo que en el viaje anterior llevaron ganado.
Llegué a mí parada por propia intuición, porque por las
explicaciones de este amable hombre… Me dijo algo que sonaba como... “ breguargen
bburemalgewsad”.
Nada más bajar me esperaba una Alba sonriente moviendo los
brazos, con un globo verde en las manos y desde allí todo fue ya paz y tranquilidad.
Tras saludar a la copia de Alba, su madre, que se convirtió
en una estupenda anfitriona, contándome cosas del pueblo, su historia,
curiosidades, el cuento de Caperucita
Roja Cateta, o las frases míticas como
: “ Habrá cogido el autobús para
Murcia”, nos fuimos al restaurante de la animación y comenzamos a montar
las torres de globos.
El trabajo fue muy ameno, Alba y yo contándonos nuestras
cosas, que no fueron muchas porque me pasé casi todo el rato, con la boca
ocupada inflando globos. Lo que si debo decir es que Vero, la encargada del
restaurante, nos trató estupendamente y esto no va con ironía.
Tras dejarlo todo preparado, almorzamos en un restaurante,
donde entré en congelación, tanto hablarme de calor y me iba a morir de frio.
Comimos con el camarero más rápido, eficaz, y atento del mundo…Después heladito
y este sí que estaba bueno, ummm y mejor compañía.
Allí Alba me dijo algo sobre su madre y la nombro como “mamá”
y reaccionó diciendo, “Da igual si
ya eres de la familia”, pues así me
sentí con las Fajardo, como parte de su familia.
Tras eso empezó una autentica película de terror. Nos cambiábamos
en un almacén con las paredes perforadas y
los chavales de la comunión nos vieron. Alba no quería que nos vieran
hasta que empezara la animación y aquello fue un infierno, ellos pidiendo que saliéramos,
Alba sujetando la puerta que se abría sola y Marta y yo escondidos tras una
nevera.
Oíamos frases como: “Son
reales”, “Yo los he visto”, “Hay personas”, “Por favor, hablarnos”, “Vámonos no
hay nadie”, “¿Serán fantasmas?”.
El tiempo pasaba, la animación debía empezar, pero no podíamos
cambiarnos. La cara de Alba cambiaba de la ilusión al miedo, y yo pensaba que nos
esperaban unas horas reguleras.
Gracias a la intervención de un papa, pudimos cambiarnos,
entramos por las cocinas y esperamos para entrar.
Yo estaba desganado y a Alba le temblaban las piernas, pero al final hicimos la mejor animación que yo he vivido en mi vida. En la siguiente entrada os la explico.
Yo estaba desganado y a Alba le temblaban las piernas, pero al final hicimos la mejor animación que yo he vivido en mi vida. En la siguiente entrada os la explico.
Como mola esta entrada....con sus cacofonias y to...
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