Ya voy en el bus camino a Churriana. ¡Ay qué nervios! Parece
que voy a Nueva York, je, je, je. Sé que no lo es, pero... nunca he ido allí.
Debo buscar la biblioteca del pueblo. Mis compis van en coche y yo voy solo
para allá y no sé exactamente donde bajarme, si llegaré a tiempo, etc. Vamos
que esto es una pequeña aventura.
Hace calor en el bus, voy en la línea 10 y en cuando acabe
de escribir esto me pongo a oír música y a dormir.
Tenía que coger el bus que salía a las 9:58 y lo he pillado
por los pelos.
Ha sido muy interesante el paseo hasta el bus, hacía un frio
seco y como quedaban pocos minutos para las diez. Ha sido curioso ver a Málaga
despertar. A mi paso se iban oyendo las persianas de las puertas de los
negocios subiéndose y los trabajadores de dichos negocios saludándose. Se oía a
mi paso:" hola", " buenos días" ya digo ha sido bonito ver
a Málaga despertar.
¿Y para que voy a Churriana? pues a ver el lugar y hacer un
pase técnico del Olvido que seremos (la nueva versión de nuestras Cicatrices) y
que la semana que viene estrenamos en Churriana.
Hoy viernes 12 de enero del 2018, íbamos a ensayar en casa
de Anai, pero yo he pedido ir a la
biblioteca para organizarlo todo, ver
el sitio y hacer un ensayo in situ.
Ya vamos por la Coca cola. ¡Jo ya estamos cerca y no podré
dormir un ratito!
No dormí absolutamente nada, entre otras cosas porque como
no sabía dónde iba tampoco podía relajarme mucho.
En la película española El pan debajo del brazo, Antonio
Ozores dice la frase: “Como dice Encarna Sánchez, aún quedan gente buena en el
mundo”. Pues eso digo yo, porque llegando a Churriana, pregunté a una chica si
sabía dónde estaba la biblioteca y esta chica no solo me dijo que me bajara con
ella, sino que me llevó hasta la misma biblioteca.
Una vez que llegué al sitio y viendo que no habían llegado
mis compañeros, aproveché que hacía sol y me fui a visitar el pueblo.
Me encanta pasear por los pueblos y fijarme en cada rincón: la calle que no llegaba a ninguna parte, el azulejo del Cautivo puesto en una
casa, los adornos en honor a San Antón.
Estaba en pleno descubrimiento cuando
me llamaron mis compis para decirme que ya estaban en el pueblo y que iban a
desayunar.
Yo les dije que me uniría a ellos tras el desayuno, que
quería seguir mi excursión, pero no me dejaron y me fui a con ellos a verlos
desayunar, puesto que yo, ya lo había hecho.
Todo esto que os cuento estaba aderezado con llamadas telefónicas
de mi hermano, que era el primero de la familia que me había visto en La Peste y
me lo contaba todo con detalles.
¿Y vistes muchos catetos de pueblo?
ResponderEliminar¿El unico tu?
Me ha encantado esta entrada.