jueves, 25 de julio de 2019

ORGULLO Y SEGURIDAD EN SAN MIGUEL.


No sé cómo empezar esta entrada, porque tengo tantas cosas que contar y tanto que decir, lo de anoche fue muy especial.

El pasado sábado, mientras estaba con unos amigos de fiestecilla, conocí a través de un compañero, al director de teatro Paco Cabrera, a este le dije algo que siempre he pensado, y era lo siguiente: En esta profesión me lo paso mejor en los ensayos, en el proceso de preparación, en la búsqueda del personaje y en su creación que en el momento en sí de actuar, donde los nervios y la responsabilidad a veces, no me hacen disfrutar al cien por cien. Además,  pienso que el trabajo del actor está en esa tarea previa, puesto que la actuación es una repetición de lo ensayado y un lucimiento del actor.U

Pues ayer, miércoles 24 de julio del 2019, creo que fue la primera vez que disfruté de verdad, en una actuación,  (no era la actuación en sí, era un ensayo general, pero teníamos público, mis compañeros, y eso siempre me pone más nervioso) Quizá la afirmación sea demasiado fuerte, pero es lo que sentí ayer. Cuando volvía a casa estaba lleno de orgullo, de satisfacción, por demostrar que un trabajo se puede mejorar y demostrarme que puedo hacer registros diferentes.

Cuando empecé en el teatro, siempre pensaba que los buenos actores eran los dramáticos y que los actores cómicos no eran tan profesionales como los otros. Pero luego con el paso de tiempo, me di cuenta que lo que me gusta es la comedia, que quiero hacer comedia, que tengo recursos para la comedia, que sé manejar la comedia y que es lo que quiero hacer, pero en la segunda edición de las Noches de verano en San Miguel, hago el papel de Joaquín Martínez de la Vega y es un papel muy dramático y muy diferente a los registros que suelo hacer. Es verdad, que estoy menos acostumbrado y preparado para hacer drama,  y que cuando llegué a casa estaba agotado, pero totalmente agotado, parecía que me habían dado una paliza, pero a la vez estaba lleno, pleno y satisfecho, pues con este papel demostraba o mejor dicho, me demostraba, que puedo tener también registros dramáticos.

Ayer tuvo lugar en el cementerio San Miguel, el ensayo general de la segunda noche y yo me lo pasé bomba, todo salió tal cual lo  tenía planteado. Antes de empezar la actuación, durante el previo, ensayé mi monologo y lo grabé, pues bien, tras el ensayo un compañero me mandó un video de la representación, temía mucho verlo, pero cuando llegué a casa y me metí en la cama,  lo vi y todo era tal cual lo había pensado o programado en el previo. Por tanto, aun  tuve más satisfacción.

Es la segunda vez que hago de este personaje, pintor atormentado por su vida y que cayó en todo tipo de adicciones, por tanto, pensareis que al ser la segunda vez, lo tendré muy fácil, pues no, la otra vez, el personaje me quedó exagerado, barriobajero, casi cómico y del cual no acabé nada contento, es más, solo pensaba que había traicionado a mi prima Anabel y a mi amigo David, que me habían ayudado tanto en la preparación del mismo, pero esta vez, creo que puedo decir que he estado a la altura y que le he dado al personaje el matiz que deseaba. Hacerlo hundido, enganchado a sus adicciones, pero real, y que despertara más pena y lástima que rechazo o humor y creo por el silencio de mis compañeros, mientras actuaba, y los abrazos y besos posteriores, la cosa ha ido según lo planeado.

Solo seis minutos dura el monologo, pero los disfruté en todo momento. Desde que puse un pie en el lugar de actuación, no exageré sino que me salió de dentro y la vista pérdida era real, tal cual lo había sentido en el  camino al ensayo general y desde entonces me dejé llevar y totalmente recogido y sin aspavientos fue saliendo todo. De hecho hubo un momento en el que se me quedó la mente en blanco, olvidé el texto, pero de pronto volvió a mi cabeza y todo fluyó de maravilla.

Al llegar a casa, quise afianzar cosas, mejorar otras, ensayar, revisar el video, pero como me dijo hoy mi amada Luisa sin yo decirle nada: “Lolo no intentes mejorarlo, ni cambiarlo, ni empeorarlo, ni nada, solo haz lo mismo, ya está todo hecho, el jueves piensa en el botánico, el viernes descansa, el sábado igual y por la tarde a la plaza y a torear, porque ya está todo hecho y bien”.

Y su consejo seguiré, es verdad, que lo tengo controlado al cien por cien, que en la actuación me salieron entonaciones que no tenía y que fueron solas y muy chulas, pero ahora temo que exagere demasiado el sábado, que vaya sobre seguro, que de menos nivel, además viene mi madre a verme… Ay qué miedo.




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