lunes, 1 de junio de 2020

A COMERSE "LA PAELLA" Y DOS PLATOS.


A mí me encanta La Paella, pero el miercoles 4 de marzo del 2020, me tuve que comer dos platos seguidos.
Después de un día de descanso, ese miércoles, volvimos a  reunirnos los tres, y Arantxa y yo volvimos a comernos La Paella y esta vez no dejamos ni un grano de arroz en el plato, es más, como dije antes, repetimos, pues nos comimos  dos raciones y nuestro director se cruzó de brazos y hasta que no quedaron, de nuevo, los platos limpísimos no nos dejó levantarnos de la mesa, eso sí como buen padre, antes de irnos abandonó su actitud de papá malo y severo y se transformó en el papaíto cariñoso y mimoso que nos acurrucó cual gallinita bajo sus alas.

Ese miércoles no perdimos el tiempo, bueno nunca se suele perder, pues en estos ensayos trabajamos a destajo, pero esa jornada fue especial. Al día siguiente realizaríamos el ensayo general con todo el atrezo y vestuario, frente a la productora, Elena, en la ESAD y aun no se había hecho la pieza entera, sin parar y con todo el vestuario, por tanto, no podíamos perder el tiempo, así que fue llegar y  saludar. El director nos dejó libre para calentar o repasar lo que quisiéramos pues en breve empezábamos.

Nos vestimos, preparamos el resto del vestuario, el atrezo, hablamos un poco entre Arantxa y yo, calentamos algunas partes más picadas donde el texto está menos suelto, hicimos algunos ejercicios impuestos por el director y empezamos la representación de La Paella, sin cortes, improvisando, divirtiéndonos y dándolo todo.

Acabado este pase, nos sentamos, el director nos dio, casi página a página, indicaciones, algunas maravillosas otras no tanto, que ahora mismo, esto pasó hace mucho tiempo, no  las llego a recordar.

El ensayo empezó a las 9:00 y estaba previsto acabar a las 12:00 que se transformó en las 13:00.

Tras acabar el primer pase, un poco o muy cansados, pensamos que el director nos iba a decir de parar, pero nada de nada, ya que nos dijo: “Bueno muy bien, descansad unos minutos, volved a prepararlo todo y vamos a hacer el segundo pase” y así fue.

Volvimos a darlo, todo, creo que esta vez mucho más que la anterior, hubo más confianza, más interrelación, más diversión y más juego entre Arantxa y yo.

Muchas veces el director nos hacía cosas, durante la representación, para probar nuestra capacidad de improvisación, escucha, atención, reacción y por lo visto lo hicimos bien, especialmente me destacó a mí.

Concluido los pases, empezamos a recoger y almacenar todo para poder ser transportado al día siguiente al ensayo general y antes de marcharnos el director nos dijo que estaba muy orgulloso de nosotros, que tenía mucha ilusión de mostrar la pieza a la productora, que habíamos hecho una representación cuya nota era de un 8,5, que confiaba en nosotros y que nos iba a salir genial.

Me fui para casa, muy feliz y con mucha ilusión, pues tenía unas ganas enormes de meterme en mi personaje, de hacer al día siguiente la pieza y especialmente ir a Granada, no a trabajar, no a actuar, sino a celebrar una fiesta que es lo que es La Paella.

  

  



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