viernes, 24 de junio de 2022

PREPARANDO UN POCO A MI BOLA LA CENA.

 

Los 5 magníficos chefs,  actores o compañeros, llegamos puntuales el viernes 24 de junio del 2022 al Hotel IPV de Fuengirola. Tras preguntar en recepción, nos acoplamos en unos sofás que había en un lateral, muy mulliditos por cierto, tanto que una persona chiquitita como yo, casi se pierde en los mismos, eso sí, perdido en ese sofá el calor era insoportable

Algunos compañeros pidieron café y estos llegaron a la misma vez, que un chico alto, delgado, elegante y educado que se nos presentó y nos llevó al comedor donde se haría la cena. 

El salón la verdad que estaba decorado precioso. El chico educado nos dijo que si nos hacía falta algo. Sé que por protocolo deberíamos haber dicho que no, pero yo le pedí agua y el aire acondicionado. El salón enmoquetado y tapizado pegaba el mismo calor que el sofá mullidito.

Como no venían los jefes, me puse a grabar un video del personaje, para así calentarlo.

Elena,sobre las 18:00 h, avisó de que ya estaba allí y comenzó el zafarrancho de combate.

Descargar, trasladar y guardar todo en el salón donde sería la cena. 

Éramos 8 personas haciendo esta labor, pero no se acababa, estaríamos más de 30 minutos. No sé el Musical de El Rey León, pero más atrezo y escenografía que La Cena de las Emociones, os aseguro que no tiene.

Algunos fueron de héroes: " Yo subo por las escaleras, es más rápido", ok, pero yo le hice un  uso al ascensor, que ni el de El Corte Inglés, el primer día de las rebajas. Bueno, Pablo también se unió a mí.

Siguiente etapa, la de montaje. Todo, desde días antes, estaba programado al dedillo, pero más que la etapa de montar fue la de dormirse en los laureles.

Dipi y yo montaríamos la estructura más compleja, Raúl y Pablo todo lo referente al sonido y las chicas el resto.  

De pronto se fue diluyendo todo, se fue creando una nebulosa extraña que con toda seguridad iba a desembocar en llegar a la hora del show acelerados, sudados, estresados y trabajando hasta el último minuto.

Mandaron a una compañera a maquillarse pues tardaba mucho y así la eximieron de su labor de montaje, Dipi y yo ralentizamos mucho nuestro trabajo pues nuestro supervisor, ante una duda en vez de resolverla, venía y lo hacía él, o se puso a montar con nosotros, eso hacia que fuéramos más lentos y que Pablo no pudiera trabajar, además de pronto comenzó una charla introductoria para el resto de las compis, que le hacían escuchar pero no montar. 

Confieso que empecé a ponerme muy nervido a protestar, gruñir y regañar entredientes.

En ese momento me hice una promesa: "Voy a cumplír a rajatabla las tareas que me han encomendado y luego me dedico a mí, con lo bien planeado que estaba todo".

Acabado el montaje con Dipi, preparé voluntariente mi atrezo y el de todos mis compañeros. Primero porque me encanta y, segundo y más importante, porque me siendo más seguro si mis cosas las pongo yo. 

Como ya había cumplido mi tarea, pedí permiso a Elena, me lo dio y me fui al salón que había vacío al lado a repasar todo el texto.

Era enorme, enmoquetado, donde entraba el sol por sus inmensos ventanales. Pensaba en la cantidad de fiestas que se habrían montado allí y ahora estaba yo solo, dando vueltas. Me sentía como un príncipe en su palacio. 

Es cierto, que me sabía el texto, pero empecé a fallar y me puse muy nervioso, sobre todo con la 9 y la 10. Se me hizo largo la verdad. Sabía que eso me daría seguridad pero estaba hasta las narices del repaso.

Una vez listo, me uní con el resto. Comenzaba una reunión previa, pero como esta se limitaba a pensar como realizar la última parte de la pieza, en la que yo esta vez no participaba por un cambio del final, me desligué y aproveché, pues ya íbamos con el tiempo justo, para, sentado en el suelo,  maquillarme. 

Mi propuesta fue que en vez de 7 personas opinando, que opinaran solo los encargados de montar esa parte. 

Después de una pequeña charla de elenco, todo vino rodado, retocar el atrezo, repaso con Chiara de la escena 10 con pocas ganas por su parte, explicar y aclarar con Lila cada acting, vestirme en el mismo salón mientras ocurría otro imprevisto del que me eximí, un malentendido con la improvisación inicial y esperar. 

De pronto nos avisó Raúl, empezábamos. Recuerdo a Lila y yo recorriendo, ya vestidos, llenos de energía, algo de nervios y mucha ilusión, ese largo pasillo. Uno al lado del otro con paso decidido y muchas ganas de enfrentarnos al público. 

Nos separamos yo subí mis escaleras y allí esperé, recuerdo que como había mucha altura me dio un poco de miedo y me fui a recorrer un pasillo y estando allí alejado sonó mi nombre. Empezábamos. 


















   

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