sábado, 2 de julio de 2016

PREPARANDO A RAFAEL, YA QUEDA MENOS.



Aunque la gerente me dijo que llegara a la Finca a las 20:30 horas, puesto que mi actuación no empezaba hasta  pasada las 22:30. Mi jefa artística, compañera y amiga Rebeca, me aconsejó llegar sobre las 19:30 horas, puesto que como era el estreno podría prepararlo todo con más tranquilidad.

Y así lo hice, el jueves 30 de junio del 2016, a las 19:30 en punto, lle-
gué a la Finca de la Concep-
ción. Bueno a la Finca no, a la puerta porque no entré en ella hasta pasados tres minutos. Minutos  que dediqué a forcejear con  una cancela que no había forma humana de abrir. Menos mal que apareció mi compañera Alicia y me abrió la puerta.

Directa-
mente pasé a la casita de los guar-
dias de se-
guridad y guías. Allí pensaba cambiarme en alguno de esos cuartitos cargados de cosas. Después de un inicio de confusión, pregunté y me informaron que el resto de actores se cambiaban  en la casa museo y allí me dirigí.

Y ande, ande y ande y además ande un poquito más. Porque después de las abstractas y muy generalizas indicaciones de mi compañero Dani, (seguido y a la derecha) acabé en un lugar, con una valla amarilla y cordones rojos y blancos de los que pone la policía para prohibir el paso.

No sé si era un pe-
ligro o una indicación para que los visi-
tantes no pasaran pero no tenía yo mi espíritu aventurero ese día, bueno y nunca, muy desarrollado y tampoco me apetecía acabar metido en un boquete, torcerme un pie o acabar en alguno de los lagos tirados, por tanto, cambié de rumbo y acabé en el paseo de las palmeras, o sea, a las afuera de la finca.

La finca es preciosa, pero cuan-
do te pierdes y solo ves plantas y caminos, pues que pierde su encanto. 

Hasta que por fin vi la casa, des-
pués de diez minutos perdido, a lo lejos y en la puerta Samuel, un compañero al cual hasta ahora he llamado Rubén, pues bien, me explicó donde tenía que cambiarme. Y llegué a los baños de la espalda de la casa museo, unos " baños-camerinos" preciosos, limpios, amplios, de mármol, modernos, una maravilla.

Allí me aguarda-
ban Re-
beca, ya peinada y maquillada estaba radiante toda de negro y Juanpe desca-
misado y maquillán-
dose.

Tras el saludo  inicial y ponernos al día sobre organización y burocracia, hice lo propio, me descamisé y me maquillé.

 Único problema, el poyete de los lavabos era muy ancho y para un miope, es un lio maquillarse tan lejos de tu carita, pero al rato descubrí, un espejo que ocupa una pared entera, y que el próximo día será mi gran amigo.

Todo pasó en un plis-plas de tiempo y sin ningún incidente, todo cuadró a la per-  fección, sin nada que destacar, me ma- quillé sin problema, me vestí sin problema, o sea, todo tal cual lo había organizado, no me faltó nada, ni me falló nada.

Fui el primero en vestirme porque como llevaba, za-  patos, ca- misa, cha- leco, pantalón, chaqueta y todo de inverno, quise acostumbrar a mi cuerpo, a la subida de temperatura que le esperaba y no acabar sudando como un pollo.

Ya listo, tuve una charlita en la puerta, allí en ese magnífico jardín con Rebeca, recordando compañeros, tiempo de la ESAD y por supuesto, hablando de futuro. Que niña más noble, siempre me lo pareció.

Luego mientras ellos se vestían, salí a pasear por allí y a calentar el acento, el personaje y a hacerme fotos.

Tras eso  acabé contento,  Rebeca me informó, que debíamos ir a la casa museo a soltar nuestras pertenencias.

 Si queréis saber que paso allí, leer la próxima entrada.

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