Aunque la gerente me dijo que llegara a la Finca a las 20:30 horas, puesto
que mi actuación no empezaba hasta pasada las 22:30. Mi jefa artística,
compañera y amiga Rebeca, me aconsejó llegar sobre las 19:30 horas, puesto que
como era el estreno podría prepararlo todo con más tranquilidad.
gué a la Finca de la Concep-
ción. Bueno a la Finca no, a la puerta porque no entré en ella hasta pasados tres minutos. Minutos que dediqué a forcejear con una cancela que no había forma humana de abrir. Menos mal que apareció mi compañera Alicia y me abrió la puerta.
mente pasé a la casita de los guar-
dias de se-
guridad y guías. Allí pensaba cambiarme en alguno de esos cuartitos cargados de cosas. Después de un inicio de confusión, pregunté y me informaron que el resto de actores se cambiaban en la casa museo y allí me dirigí.
Y ande, ande y ande y además ande un poquito más. Porque después de las
abstractas y muy generalizas indicaciones de mi compañero Dani, (seguido y a la
derecha) acabé en un lugar, con una valla amarilla y cordones rojos y blancos
de los que pone la policía para prohibir el paso.
No sé si era un pe-
ligro o una indicación para que los visi-
tantes no pasaran pero no tenía yo mi espíritu aventurero ese día, bueno y nunca, muy desarrollado y tampoco me apetecía acabar metido en un boquete, torcerme un pie o acabar en alguno de los lagos tirados, por tanto, cambié de rumbo y acabé en el paseo de las palmeras, o sea, a las afuera de la finca.
ligro o una indicación para que los visi-
tantes no pasaran pero no tenía yo mi espíritu aventurero ese día, bueno y nunca, muy desarrollado y tampoco me apetecía acabar metido en un boquete, torcerme un pie o acabar en alguno de los lagos tirados, por tanto, cambié de rumbo y acabé en el paseo de las palmeras, o sea, a las afuera de la finca.
La finca es preciosa, pero cuan-
do te pierdes y solo ves plantas y caminos,
pues que pierde su encanto.
pués de diez minutos perdido, a lo lejos y en la puerta Samuel, un compañero al cual hasta ahora he llamado Rubén, pues bien, me explicó donde tenía que cambiarme. Y llegué a los baños de la espalda de la casa museo, unos " baños-camerinos" preciosos, limpios, amplios, de mármol, modernos, una maravilla.
Allí me aguarda-
ban Re-
beca, ya peinada y maquillada estaba radiante toda de negro y Juanpe desca-
misado y maquillán-
dose.
Tras el saludo inicial y ponernos al día sobre organización y burocracia, hice lo propio, me descamisé y me maquillé.
Único problema, el poyete de los lavabos era muy ancho y para un miope, es un
lio maquillarse tan lejos de tu carita, pero al rato descubrí, un espejo que
ocupa una pared entera, y que el próximo día será mi gran amigo.
Todo pasó en un plis-plas de tiempo y sin ningún incidente, todo cuadró a la
per- fección, sin nada que destacar, me ma- quillé sin problema, me vestí sin
problema, o sea, todo tal cual lo había organizado, no me faltó nada, ni me
falló nada.
Ya listo, tuve una charlita en la puerta, allí en ese magnífico jardín con
Rebeca, recordando compañeros, tiempo de la ESAD y por supuesto, hablando de
futuro. Que niña más noble, siempre me lo pareció.
Luego mientras ellos se vestían, salí a pasear por allí y a calentar el acento, el personaje y a hacerme fotos.
Tras eso acabé contento, Rebeca me informó, que debíamos ir a la casa museo a soltar nuestras pertenencias.
Si queréis saber que paso allí, leer la próxima entrada.
Pa explorador que estas tu.
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