Son las 19 : 07 horas ya voy en el autobús, primera prueba superada.
Pero...lo que más he temido en estos días es el tema de llegar sudado al
trabajo, porque me da mucha angustia estar así, pues bien así es como voy a
llegar a la Finca de la Concepción, recién duchado pero... sudado.
Qué casua-
lidad, la siguiente parada que está anun-
ciando el autobús se llama, Fer-
nando Loring, re-
pito, que casualidad, Quiero llegar a la finca a la y media, tal y como Rebeca me ha aconsejado.
La cuestión, es que he salido de casa cargado como un burro y llegando al puente he visto venir al bus y he tenido que echar a correr como un descosido.
Menos mal que había una rubia en la parada, una desco-
nocida, que le ha dicho al conductor que parara el bus, he corrido y antes de subir al bus la rubia me ha dicho: " Lolo hola", muy sorprendida, dicha rubia era la hermana de Joruga, Desi, apenas he podido hablar con ella pero me ha hecho mucha ilusión verla.
Pagué el autobús, subí corriendo, solté las cosas y... ¡oh, oh, oh! acabo de
descubrir que al lado de mi casa hay una parada del bus que me lleva al Botanico.
Me hubiera ahorrado correr.
Ahora solo me queda ponerme la música y relajar hasta llegar.
Pero el bus llegó demasiado pronto no me dio tiempo ni a oír música ni a relajarme. Me bajé y aunque el camino, a pie, hasta la finca es corto. Cargado con la mochila, el porta trajes, oyendo a Diana Navarro en el mp3, llevando mil y una conversación de Whatsapp con una sola mano y sin un poquito, pero ni un pelín de sombra en todo el camino, se me hizo de todo menos corto.
La verdad, que he de confesar que muy agradable no fue. Llegué
puntual como un reloj, pero eso si los chorreones de sudor me caían por la
frente abajo y el porta trajes, con el traje perfectamente planchado, cada
vez lo llevaba peor colocado, con el consecuente dolor de cuello que me
provocada ir cargado con la perchita del porta trajes y su peso.
Vamos una alegría, pero a las 19; 30 horas estaba en la puerta de la Finca,
pero si queréis saber por qué llegué más de diez minutos tardes al lugar donde
me esperaban, ya sabéis a leer la siguiente entrada.
Cuantas casualidades...que miedo!!
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