sábado, 23 de septiembre de 2017

UN DÍA DE PARADAS. PRIMERA PARADA: "VIAJE DEL QUIJOTE".


Estoy sentado a la puerta de la Basílica de la Esperanza. Estoy esperando a mi Luisa para irnos de casting.

Llevo una mañana muy teatral con tres paradas o etapas. Ya he cumplido dos y a buena hora. Ahora me queda la última y la que hago con menos ganas.

Me he levantado, hoy, viernes 22 de septiembre del 2017 pronto. He desayunado, como un pavo, porque mi Juan Luna es muy puntual y cuando empecé a desayunar en casa, ya estaba en la puerta de la misma. Tras el desayuno, me he ido a Casabermeja, para otro Viaje del Quijote. Luego he ido a la ONCE (leer en la entrada siguiente) y ahora me voy de casting, bueno, voy de acompañante.

Y cada parada tendrá su entrada en el blog.

Del Viaje del Quijote de hoy solo puedo decir que mientras escribo, recuerdo cosas del viaje y lo único que me llega es ruido y jaleo. Recuerdo gritos, manos, niños y Juan y yo intentando sobresalir, actuar y destacar en medio de ese jaleo.

Eran niños muy gritones, muy tocones. Al principio te ponían la mano para chocarla, te miraban, te sonreían, te rozaban, pero al final han acabado tirándonos de la ropa del gorro e impidiéndonos andar y he tenido que decir más de una vez que no podían tocarnos.

Pero nos tocaban y hablaban, pero no porque fueran unos niños escandalosos o rebeldes que pasaban de la historia, sino porque eran muy pasionales.

En todo momento han estado metidos en la historia, pendientes a todos, respondían con mucho ímpetu a todo, todos salían voluntarios a todo, hasta aplausos improvisados se ha llevado, hoy, el Quijote. Ha habido momentos en los que los chicos defendían al caballero de la Blanca Luna con tanto ímpetu que creo que el griterío se oía fuera del autobús.

Estábamos citados con los niños a las 9:30 y hemos llegado a 9:35 y ya estaban esperándonos en la puerta. Llegamos a las afueras del pueblo a las 9:15, pero un señor de la organización nos dijo que esperáramos porque los niños entraban al Cole a las 9:30 y no estarían esperándonos hasta más tarde, pero creo que el señor se enteró mal porque cuando llegamos, tarde a conciencia, ya estaban esperando.

Lo dicho, mucho jaleo, mucho esfuerzo, pero hemos acabado contentos, porque, al menos yo, prefiero eso, prefiero un interés excesivo, aunque me lleve un sobre esfuerzo que actuar ante niños que parecen de madera.

Además había una profesora que nos apoyaba mucho y otra que nos hizo mil fotos.

Como digo eran muy empáticos, porque al irse, todos me decían: “Sancho eres el mejor”, “Adiós Sancho eres muy bueno”. “Sancho el mejor” etc. De hecho nos hemos hecho una foto al bajar del bus y algunos luchaban por ponerse con Sancho.


Para acabar diré que de nuevo hemos hecho un servicio especial de menos de 60 minutos, hemos clavado el tiempo y hemos hecho la historia mucho más cerrada y perfecta. Olé mi Juan.

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