domingo, 2 de noviembre de 2014

Y LLEGÓ LA "ACTUACIÓN".


Llegó la actuación.
El primer pase era de 18 a 20 horas. Era una animación infantil, taller de manualidades y maquillaje.
El paraje era perfecto, una plaza típica de pueblo, el sol de la caída de la tarde, casas blancas, una fuente, preciosa con un puente y nuestros personajes, jugando y asustando a todos los pequeñines.
Pero tras media hora de animación, acabamos .
Por un malentendido, cambiamos todo lo previsto por una gimcana infantil.En cinco minutos, buscamos sitio en las cuevas que había en el pueblo e inventamos la historia, yo era un investigador de brujas, que buscaba a las asesinas de unos niños.
Mi parada era la primera pista, y  estaba frente a un acantilado, desde el que se veía todo el pueblo y montañas. Lo que dice todo el mundo : " unas vistas preciosas", pero para mi, que odio las alturas, fue un suplicio.
El tiempo de espera se me hizo largo, aburrido, solitario, a oscuras, amargado  y helado.


En cuanto los grupos de niños comenzaron a llegar, el tiempo pasó volando.
Los gritos de los niños o sus caras de miedo eran geniales.
Pero me quedo con las tres niñas que entraron y me dijeron: " Por favor, dinos lo que sea, pero rápido, que estamos muy asustadas."
Tras eso volvimos a camerinos,  entre Ani y yo resolvimos el enigma y sin descanso alguno, la gimcana juvenil.
El sitio que me habían montado era impresionante, sangre, velas, tubos de ensayos con miembros amputados y trozos de carne de animales, de verdad.
Pero la gente no acompañó, yo hacía de un científico, que creaba cuerpos con trozos de personas, era deforme y sádico.
Los jóvenes participantes, eran adolescente y más que resolver, buscaban cachondeo.
Y aunque hubo grupos encantadores, como el del chico que me ofreció su cerebro, otros fueron un martirio chino.
Mi lugar de actuación, fue un llano junto al río, aunque el frío se calaba hasta los huesos, al menos estaba tranquilo, era llano.
Me encantaba oír los gritos de los niños y de Alba, la bruja, que retumbaban por el pueblo
.
Lo mejor Coral, una pequeña encantadora, que tras llorar al vernos, se hizo amiga nuestra, nos ayudó a recoger y nos esperó para vernos cambiado. Ah y nos regaló caramelos.


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