sábado, 24 de octubre de 2015

LOJA CURIOSIDADES, ANECDOTAS Y CANASTAS.



Fueron muchas las horas que pasamos en Loja, mucho el tiempo muerto. Tanto  rato que creía que me iba a aburrir y por tanto, me llevé para correr, leer y escribir. Pero para nada, hemos estado  casi diecisiete horas en Loja  pero fue  un día cargado de risas, ilusiones, ganas, unión y anécdotas.

La primera, fue nada más llegar y el artífice fue Chema, cuando me mostró el mirador de los Hermanos Marx, decorado con estatuas de ellos. Me contó que las vistas desde ese mirador salen en la película Sopa de Gansos, porque los hermanos fueron a dicho lugar y encantados con las vistas quisieron que apareciera en su película.

Otra curiosidad, fue las calles de Loja, plagadas de paraguas colgados bocabajo debido a la Noche en Blanco. No es una gran curiosidad, pero es el recuerdo que tengo de dicho pueblo.

Hubo aventuras, como cuando Álvaro, tras la radio, nos llevó a conocer una antigua casa que tiene en el centro del pueblo y que pertenece a sus abuelos. Allí no solo encontré aventuras, sino también nueces naturales y el amor. Me enamoré de un cántaro de barro antiguo, de una pila de lavar y de una capa antigua, que me dejó loco. Que sitio más impresionante, más cargado de historia, faltaban los Alcantaras cuando van a Sagrillas.

 Hubo risas, los momentos vividos con Andrea fueron geniales. Como  cuando entramos a una confitería, solo a oler a dulces de toda la vida y tras preguntar a la dependienta por el precio de un rosco de Loja, no sabemos cómo, acabamos con uno en la mano, que no habíamos pedido y tras un momento de confusión nos lo regaló, vamos que la liamos,  también recuerdo los comentarios que  hicimos, muertos de risas, viendo   un mural dibujado en una pared dedicado  la serie de dibujos animados,  Heidi, el vuelo de una cucaracha...

Hubo intimidad, como cuando yo pregunté, no puedo dar más datos, de por qué los actores suelen contar ciertas intimidades y de pronto todos empezaron a destaparse, la conversación empezó a degenerar y se convirtió en todo un descontrol, donde no podía parar de reír.

Hubo confesiones profesionales, como la charla de cine que tuvimos Juan, que gran tío, Álvaro y yo mientras almorzábamos.

Hubo odio, el que Eva nos tenía porque no nos poníamos nerviosos. Que encanto de niña.

Hubo colaboración, me encantó ver como nos ibamos ayudando unos a otros.Maquillándonos, preparándonos o montando y desmontando. Nunca he visto un grupo más activo que este.

Y hubo momentos memorables, como la entrada de Rafa al
teatro…que no puedo contar aquí, el comentario de Álvaro que definia la  función a como su boda o la expresión  “estoy hecho una canasta” que nos tuvo riendo casi toda la cena. Memorable esa cena.


Por último debo confesar que después de buscar durante todo el día, una iglesia abierta y el pobre Álvaro preocupado porque no la encontrábamos, cuando salí a comprarme la merienda entré en  una y vi al Cristo de la Pollinica de Loja. Esto es secreto pues Chema no sabe nada.



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