domingo, 8 de noviembre de 2015

DE LA DANZA SE APRENDE, DE TODO SE APRENDE.




De todo se aprende y en un momento, puedes ver como todo se va al traste y debes de salir de un atolladero, sin saber ni cómo has llegado a él.

Dos pases se hicieron de Juicio Final: Danzas de la muerte, la tarde y noche del martes 3 de noviembre de 2015.

El primer pase, el de  las 20, 30 horas,  fue muy complicado, muy difícil. Un fallo técnico hizo que nada fuera tal como habíamos planeado.

Todo aquello me sobrepasó, me sentía desnudo en escena y solo. Creo que en mi vida me he trabado tanto en un texto, ni cuando empezaba en el teatro. Estaba tan nervioso, inseguro y fuera de lugar en un escenario.

Estaba sin estar, de hecho tenía que subir por unas escaleras y tropecé varias veces.

Cuando acabó el primer pase, un retoque del maquillaje y en menos de diez minutos de nuevo a escena.

Esta vez no falló nada y aunque aun estaba con el cuerpo revuelto por la otra vez, me sentí mucho mejor, mucho más integrado en un todo.

Destacable fueron los momentos entre bambalinas, cuando los actores entraban y Marian como un torbellino, los ayudaba a vestirse y los maquillaba.

 Tengo buenos recuerdos, como el momento en el que con  esa luz azul, y desde lo alto de la sala up veía a mis compañeros como interactuaban con el público o como yo mismo lo hice con tres señoras, en ese momento si me sentí que estaba dándole algo  al personaje y que  todo el elenco  había creado un buen ambiente.

De nuevo los momentos con Gertru, en ambos pases, fueron geniales. Gritarle y ella cada vez más encogida, me parecía impresionante.

Todo lo pasado lo compensó el poder vivir esos momentos, de vello de punta con Gertru, el  haber aprendido, que se debe salir de todo y los nervios no deben  poder contigo, que debo de replantearme cosas,   las caras de Salva durante su actuación, muy pero que muy buenas  y el  momento de entrar, una vez que había acabado todo, con Alba a la famosa sala adjunta a la sala up y decirle: “Alba hueles este olor, especial, pues pronto lo oleremos juntos, cuando traigamos aquí a nuestra Lola.”

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