viernes, 31 de diciembre de 2021

MI LUISA Y YO, YO Y MI LUISA.


Sábado 21 de agosto del 2022, llevo los auriculares puestos, voy oyendo música, a mi bola, hace calor, pero no voy sudando porque llevo un paso relajado, la música me invade y las constantes ganas de fiestas reprimida por la maldita pandemia también. 

Subo la pequeña cuesta y llego a la plaza del Patrocinio y lo primero que veo a lo lejos es una mujer menuda, con un vestido estrecho de color azul con lunares blancos, pelo negro recogido en una cola, los labios rojos, pendientes largos, se mueve algo nerviosa y al verme camina hacía mí, ese andar rápido, seguro, elegante, esos ademanes andaluces y llenos de arte, me hacen pensar, que es  nada más y nada menos que mi Luisa.

Se acerca a mí y me cuenta que ya está totalmente vestida, a falta de calzarse, para la actuación y que ha llegado al cementerio a las 18:00, hora a la que nos convocaron y  que por protocolo Covic y como nos pidieron venía peinada y maquillada de casa, por lo que se ve ha sido la única que ha cumplido las normas que desde la dirección de Eventos con historia nos dictaron para el estreno de La noche para el recuerdo

Algunos compañeros se están peinando, otros no han llegado y otros como yo, acaban de llegar. 

El estreno no era hasta las 20:30 y Eduardo nos había citado a las 18:00 pues quería hacer una sesión de fotos previa a la actuación.  

Yo la verdad que a las 18:00 salí de casa y previo a llegar al cementerio hice una parada para comprarme una mascarilla quirúrgica de color negro. Como se actuaba al aire libre y todos, público, apoyo, anfitriona y actores llevábamos mascarilla, no me sentía inseguro  con la quirúrgica, pero como las blancas son muy de hospital, me compré una de las negras.

Se nos pidió ir maquillado de casa,  pero yo entre el gorro y la mascarilla, lo únicos que se me veían eran los ojos y yo soy de maquillarmelos poco, pero como era lo único que se me veía, me di un retoquillo, antes de salir.

Una vez que mi Luisa se encontró conmigo,nos unimos y ya no nos separamos hasta el momento de la actuación.

Ambos entramos al cementerio. Allí en un lugar discreto,  con la atenta mirada de mi Luisa,  nuestras charlas y comentarios, procedí a cambiarme de ropa. 

Me sentía un poco incomodo y no por la presencia de mi Luisa, sino porque de vez en cuando se oía la voz de Eduardo que estaba junto a Enrique ultimando todo, y yo no quería que me viera cambiarme en mitad del cementerio, pues hay cámaras y podría echarme una bronca. Además mi Luisa es una experta en moda y mi look no era maravilloso, sobre todo por las manchas de lejía de la espalda de mi camisa. 

Ella me aconsejó sobre la forma de la corbata. Qué grande es.

Teníamos una habitación, estupenda para cambiarnos, pero preferí por miedo y precaución cambiarme al arie libre. 

No era cómodo la verdad, porque no quería soltar nada en el suelo, no quería colgar nada en las rejas, si sacaba algo de una bolsa lo metía cuando antes, un lío.

Ya vestido, nos fuimos juntos a montar su escenografía, a esperar, a charlar y pasarlo bien.

Nos convocaron para la sesión de fotos, tanto individual como colectiva. Qué por cierto, la colectiva fue un poco rara, vi excesivas ganas de salir en la misma. 

Y luego tuve el honor de llevarla del brazo hasta su lugar de actuación, pues el suelo empedrado y los tacones no son buenos amigos, por cierto, que tuvimos una conversación muy seria con un gatito adorable que llevaba todo el día detrás nuestra,  le dijimos que era muy guapo, que nos parecía precioso pero que ninguno de los dos eramos amantes de los gatos y que nos dejara un poco tranquilos. Esto es literal ¡¡¡ Qué risa!!!.

Tras otro rato con ella, empezó la actuación y me fui a mi lugar. 

Previamente me escapé a un sitio más privado para calentar y practicar un poco mi personaje, ya que ese día Karpis tenía coche y chófer. Este es un tío genial, pero muy charlatán y predije, tal como después pasó, que no me iba a dejar mucho rato en silencio para prepararme y calentar. 




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