Hacía mucho tiempo que no me costaba dormir tras una representación
teatral, es verdad que jode un poco, estar metido en la cama
y tener ganas de irte a correr, a bailar o no parar de charlar. Físicamente
estas muerto, pero por dentro hay algo en tu
cuerpo que no te deja descansar, esto es adrenalina.
Pues anoche, viernes 11 de noviembre del 2016, tuve la
suerte de vivir esa experiencia. Ya digo que no es agradable, estuve hasta
cerca de las tres oyendo música en el mp3 y fantaseando, pero eso ocurre solo
cuando has hecho un gran trabajo, has derrochado energía a mil en el escenario
y tu cuerpo está agotado pero como digo tu adrenalina está a tope. Esto no
suele pasar mucho y anoche pasó.
La culpable de todo fue Lola, ya se sabe, mi Alba y yo solo
hacemos Lo que Lola quiera y ayer quiso brillar como nunca.
Para los cofrades o capillitas, el viernes fue un día importante. Desde muy temprano estaba por la calle dando vueltas, con menesteres
cofradieros. Eso me ayudó a desconectar un poco de tanto mono tema del teatro,
por tanto, cuando llegué a Urte, estaba
desconectado y relajado.
Yo llegué a las 18:30 pero Alba y el técnico nuevo, el gran
Carlos Mesa, llevaban allí desde las 17:15, me encontré a una Alba distendida,
relajada y con ganas de trabajar y a un Carlos muy divertido y muy unido a
nosotros, jugando y echándonos muchas indirectas, además nos acompañó durante
todo el proceso de maquillaje y
preparación y la verdad, que fue muy agradable nos quitó la presión previa a
actuar con sus " tonterías" y creo que nos ayudó a disfrutar luego en
escena.
Cuando yo llegué ya estaba todo montado, así que, preparé mi
atrezo e hicimos un repaso completo de texto, luego empezamos a maquillarnos y
vestirnos y ya digo, Carlos, sus bromas, sus comentarios y sus músicas hicieron
que llegara la hora de actuar sin darnos cuenta.
Ayer antes de comenzar estaba muy, pero que muy nervioso con
la idea de que algo malo podía pasar. Pero fue salir y dejarme llevar.
Iba tranquilo, relajado, sin olvidar el texto en ningún
momento, le di menos importancia y mucha más importancia a mis gestos, mi
personaje, la atmosfera, la situación y mis movimientos, creo que eso ayudó a
que yo me sintiera mucho más a gusto y a que la gente enganchara muy desde el
principio con mi personaje, además metí ciertos cambios que me ayudó a
rellenarlo más.
Y luego apareció mi Alba, ayer no falló nada, no faltó nada
y por tanto, yo estuve muy relajado en todo momento y no vi a Alba, ni pensé en
nada, los acontecimientos de la pieza surgían solos sin pensarlo, en mi mente
no había nada, solo lo que ocurría en cada momento, le di más viveza, más juego
y mucha más diversión a mi personaje.
Ayer sobre el escenario no sentí a Alba y Lolo actuando,
sino a Amalia y a Fernando de verdad,
ayer disfruté, jugué, viví y sentí en escena. Ayer por fin la pieza ya estaba
asentada y fue un éxito y brilló, repito, de verdad.
Cierto momento de mi personaje, que no quiero contar, para
no revelar, fue cortado varias veces por aplausos y gritos del público.
Pero lo mejor, de la noche fue el abrazo a mi Alba tras
acabar, que nos íbamos a partir en dos y cuando antes de empezar abrí el
camerino y le dije:" se oye mucho público" y me sonrió y me guiñó, en plan: "
vamos a comérnoslo" y así fue.
Por cierto, del público puedo decir que hubo media entrada,
pero qué publico más bueno y más agradecido. Metido en la pieza en todo momento. Al salir, incluso nos esperaron para felicitarnos y mi gran sorpresa fue ver
a Manolo, uno de mis alumnos de teatro de adulto, que me esperaba todo
emocionado y orgulloso, según él, de mi trabajo.
Además vino una compañera del segundo
grupo de teatro donde estuve, Milagros, que se despidió de mí, desde el público,
con un enorme beso, ole guapa.
Ahora me marcho para mucho más.
Grandes artistas.
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