sábado, 25 de julio de 2020

NOCHE NADA CLÁSICA Y MUCHO MENOS NORMAL.


En esta entrada vuelvo a hablar de la “nueva normalidad” que como dije en entradas anteriores, deberían buscarle otro nombre, o bien llamarle la MUY NUEVA, NOVEDOSA Y NOVISIMA normalidad, porque de verdad, que nada tiene que ver lo que se vivía antes, con lo que se vive ahora y para muestra un botón, o más bien para muestra el previo en el cementerio San Miguel.

Como siempre digo, yo hablo de forma muy subjetiva, según mi punto de vista, que puede ser un fiel reflejo de la realidad, puede ser compartido por todos, o ser solo mi visión y que nada tenga que ver con lo que vieron los otros, pero para mí ese previo fue tal cual os cuento. 

Faltó unión, compañerismo, risas, bromas, comentarios, colaboración, fotos, charlas, grupos, abrazos, besos, faltó de todo.

Sé que no es común decir esto de un cementerio pero entrar en el Cementerio San Miguel cada verano es como estar en casa.

En el periodo estival cada jornada allí  es una jornada de parones o escalas. Desde que llego, hasta que entro al lugar donde nos cambiamos de ropa, paro mil veces.

La primera parada es en la puerta, donde a parte de saludar al guarda, aprovecho para quitarme los auriculares y meterlos en la mochila, pues siempre voy paseando de casa al cementerio y oyendo música. 

Después viene la parada frente a la capilla principal, donde saludo a algunos acompañantes o familiares de los actores o actrices y a Edu que siempre te recibe con un abrazo y algún que otro comentario, de ahí al camerino de las chicas a verlas, besarlas, cotillear y ver lo guapas que están y por ultimo al camerino de los chicos a soltar las ropas y salirme con los que hay allí, para esperar juntos el momento de vestirnos. Estas son las paradas oficiales pues luego hay que sumerles  todas las que hago con las personas que me voy encontrado por el camino.

Pues esta vez todo fue distinto, cada uno iba por su lado, las chicas se cambiaron en la sala de fuera del cementerio y los chicos dentro, la llegada fue totalmente fría, sin acercarnos, sin besarnos, todo muy frio, al poco de llegar Edu nos separó en grupos, se notaba otro ambiente, mucha frialdad, poca conversación, poca unión, un ambiente extraño. Había un ambiente de soledad, de tranquilidad, tenía la sensación de estar solo y todo por qué:

¿Por qué estábamos enfadados los unos con los otros? , ¿Por qué el ambiente en el trabajo ya no es el de antes? ¿ Por qué Edu se ha vuelto malvado? No, nada de eso, todo fue debido al maldito virus y a la mal llamada nueva normalidad.

En las noches en el San miguel no sólo se pasa bien cuando actúas sino que también lo pasas bien mientras te preparas, en los tiempo de espera, antes de marcharte etc, pero esta vez no.

Reconozco que a mí todo esto me ha afectado mucho, estoy un poco más huraño, pero también hay otros compañeros a los que esto no les ha afectado nada, supuestamente, pero, de nuevo subjetivamente, yo los notaba más distantes, más callados, más aislados es decir, que todo esto nos ha afectado y nos está afectando a todos.

También digo que yo fui el primero que lo hice todo diferente, pues prácticamente pase todo el previo solo. Quitando el momento en el que Javi Zumaquero  me acompañó a vestirme, o cuando estaba desesperado intentando abrir un nuevo boquete al cinturón que este me había prestado, pues me estaba grande y Juanjo me ayudó y con la faca que usaba en escena, me hizo el boquete,  las pequeñas charlas con este y María José o cuando me fui con Edu a la sesión de fotos, prácticamente no hablé con nadie más. Me pasé el previo solo, hablando por teléfono con mi casa, repasando o paseando.

Es más llegué de los primeros, maquillado de casa, con parte del vestuario debajo de mi indumentaria personal y como no me convencia donde cambiarnos, lo hice en el exterior en un lugar discreto. Es más para evitar tumultos fui el primer participante en estar completamente vestido. Algo que nunca fue así.

Para que veáis que nada es "normal", antes de empezar tuvimos una charla sobre riesgo laborales y seguridad, la cual agradecí.

En resumen que añoro mucho la verdadera normalidad y aunque muchos digan que no, nadie vive nada parecido a una verdadera normalidad.


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