jueves, 16 de julio de 2020

TODO EXCENTRICAMENTE CONTROLADO.


El viernes 10 de julio del 2020, en el mismo sitio y a la misma hora como bien decía la famosa canción de Chiquitete, el actor divo de la Antigua Roma estaría en su pequeño escenario, frente al teatro romano de Málaga, para realizar su monólogo de minuto y medio.

Un día más se iban a llevar a cabo Las rutas Excéntricas, organizadas por el Ayuntamiento de Málaga y yo participaba con el elenco de actores de Eventos con historia.

Por tanto, el viernes, todo se repitió como si de un ritual se tratara, tal cual había ocurrido 24 horas antes.

Bueno igual, igual, no fue, puesto que yo ya tenía el proceso mucho más controlado. De hecho, todo lo hice con mucha más seguridad, por ejemplo, el maquillaje. Se realizó en un plis plas, además creo fue tan rápido porque cambié la forma de hacerlo. Eso dio lugar a unos mejores resultados y me evitó retocar.

Bueno al principio la caracterización fue toda una hecatombe, incluso pensé que tendría que lavarme la cara y empezar de nuevo. El viernes, me di primero con el maquillaje en crema de color blanco y en menos de 2 minutos este se extendió con total facilidad por toda mi cara, cráneo orejas y cuello, pero tanto se extendió que al verme, estaba tan blanco que pensé que más que un actor de tragedia o comedia parecía un personaje de Halloween.

El quitármelo y volver a empezar era un engorro además perdería mucho tiempo y me daba pena pues me había quedado muy bien difuminado, así que lo maticé con la base clara y me quedó de 10. Luego me oscurecí cejas y barba. Los rabillos exagerados me quedaron muy bien. El viernes incluso me hice, en casa, los pequeños y ridículos coloretes. Ya estaba listo y el maquillaje me encantaba. Ese día había quedado de 10.

De nuevo me maquillé en el salón de casa para estar más rato con mi madre, pero vaya estaba todo tan controlado que cuando llegué de un ensayo del grupo nuevo, me desinfecté, me duché, me tumbé, me comí un helado que me acababa de comprar, preparé la merienda de todos, me fui con mis padres al patio a un ratito de tertulia, a pasear con mi madre y luego comencé el proceso de preparación del personaje. Estaba tan seguro de todo que fue una parte más de mi día ya no era nada excepcional.

Con todo acabado y esta vez sí, con tiempo suficiente, me fui al museo Revello de Toro, lugar de la cita. El camino fue tan engorroso como el día anterior, pero al no tener prisa y no ir cargado con el vestuario lo fue un poco menos la verdad.

Esta vez si se cumplió mi sueño pues, tachan, tachan, no llegué el último. Este puesto se lo cedí a mi amigo Javi Zumaquero. Además cuando llegué,  todos mis compañeros actores, Edu y María José, estaban aún en la puerta del museo esperando que les abrieran, lo cual quiere decir que llegamos todos casi a la vez.

Una vez dentro del museo, el proceso a seguir fue el mismo del día anterior, pero esta vez, también,  fue mucho más fácil, rápido y sencillo, puesto que no era la primera vez. Bueno el proceso fue igual de incómodo, pero ya lo conocía y estaba acostumbrado.

Ángel de nuevo me prestó sus joyas, además de un cinturón chulísimo que evitó ponerme la tela de color oro viejo tan poco estética que usaba como cinturón. Con él y charlando de mis problemas con los relojes me pasé todo el previo. Javi me puso el mantolin, aunque debo confesaros algo que le confesé a él.

El día anterior mi gran amigo me lo había puesto con todo su amor, cariño, interés y tacto, pero yo no me quedé muy convencido. Esta vez me lo puse yo. Pero me lo puse sin exagerar unas 6 veces y me convencía aun menos. El tiempo pasaba, mis compañeros ya vestidos iban saliendo al patio, para marcharse a actuar y yo seguía con mi mantolin, así que tuve que abdicar y pedirle a Javi que me lo pusiera y así lo hizo.

Ya listo, empecé a retocar todo, cuando oí a Edu llamarme y decir:” Lolo venga ya tienes que irte a tu lugar de actuación.” Y así lo hice.

Javi y yo nos fuimos camino al lugar de actuación a comenzar el período de espera, primero con él y luego solo.






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