viernes, 12 de agosto de 2016

QUE ORGULLO TRABAJAR, CON Y PARA LOS LORING.



No me enrollo simplemente os dejo la cronica.

1.- Poca educación y otra vez, separación:


Hoy, jueves 11 de agosto del 2016, si que no había calentado al personaje y  ha sido como en  Toy Store he pasado del cero al infinito y más allá. Porque fue Lolo el que se puso, vestido de Rafael, delante de la palmera y al darme la vuelta, Rafael  renació, se hizo con mi cuerpo, mis gestos, mi voz, mi acento, mi forma de hablar y ya desaparecí yo y apareció él. Soy muy pesado con esto, pero es que cada semana y cada pase me sorprende más.

Empecé con el monologo y frente a mi tenía un conjunto de témpanos de hielo, o sea, desperté el interés, cero, de todos mis oyentes, a medida que iban oyendo el acento vasco iban comentando y se fueron integrando en la historia. Veo que el acento vasco, llama la atención y gusta.

En mi segundo monologo oí risas y oí decir: “Que gracioso es”.

Ya los tenía en el bote, me vine a arriba y cuando iba subiendo para el mirador, me acerqué a un niño que hablaba con una niña y le comenté algo a lo que él me respondió: “No hablo contigo hablo con mi hermana”, por no decirle que tenía poca vergüenza le dije que tenía carácter, pero lo peor fue que al pasar por al lado de los padres, el padre le decía a la madre que el niño tenía razón. Pasé el resto de la subida al mirador en silencio.

Pero fui tramando una venganza, que pude poner en práctica cuando llegando al mirador la hermana y el niño me dijeron algo y les respondí muy descortés, solo le respondí descortés, cuando realmente por mi mente pasaron muchas más respuestas. Tuve al señorito, que ya contaba casi 14 años, enfilado toda la noche, pero no me dio pie a servir bien mi venganza.

Al llegar al mirador se desme-
lenaron, a penas, me hicieron caso. Llevarse una foto de allí era co-
mo encon-
trar el Do-
rado, por tanto, aque-
llo se con-
virtió en un desbarajuste que hizo, de nuevo, que se me separara el grupo y me desesperaron. La verdad, que acabé un poco harto de ellos.

Menos mal que había una señora, una tal “Amalia”, como mi esposa, que era una señora muy culta que estuvo pendiente a mi todo el rato y otra señora del País Vasco que me dijo que la forma del mirador es muy común en su tierra. Menos mal.

 2.- Los Loring que arte:

Nuevo pase, con niños, pero estos eran educados y contenidos. Qué alegría, no querían sentirse el centro de atención, sino que eran unos visitantes más, así da gusto y gusto da también, un grupo que te obedece y aunque, cuando llegaron al mirador fueron lentos para bajar,  luego iban siempre en grupo, sin separarse y a muy buen ritmo, fue un grupo muy apañado a los que les hice dedicarse un aplauso a ellos mismos.



Pero lo mejor fue  que al ir camino al mirador una señora iba la primera, le pregunté que si sabia el camino y me dijo que ella era Loring de apellido, luego me descubrió que iban como seis o siete familiares y descendiente de los Loring, era cierto, porque antes de comenzar,  un compañero me comentó algo de eso.

A partir de ahí, todo el pase estuvo dedicado a ellos, les dije que si querían invadir mi finca, que me  había llevado las piezas arqueológicas de su familia al norte, que si llego a saber que vienen les presto un coche de caballo, en el mirador me dijeron que les gustaba y les dije que eso era mío, les felicité por el museo y el banco de los enamorados, pero le dije que la decoración del palacio ahora está más bonita que en tiempo de sus tatarabuelos.

Fue un pase divertidísimo, ellos entraban en todos los juegos y no paraban de reir y de seguir las bromas y la verdad, que para mí fue un orgullo trabajar con ellos y para ellos, porque ese sitio, tiene algo especial y conocer a personas que llevan la sangre de sus fundadores, fue muy interesante.

En ese pase también estaba mi amiga y actriz Mari Ángeles, un placer.



3.- Un grupo apañado:


Del último pase, siempre digo poco, es del que menos escribo,  pero porque me pilla más cansado.

Ayer cuan-
do iba a empezar el tercer pase, estaba realmente agotado. Mi pensami-
ento fue: “¿Podré tirar de ellos?”. Pero lo hice y muy bien.

De nuevo me enfundé, rápido en Rafael y de nuevo lo pasamos muy bien.

Fue, ya digo, un grupo muy apañado, sin nada que destacar, todos estaban con ganas de pasarlo bien y los comentarios,  las risas, el buen ritmo, el ser obedientes y el no parar ocupó todo el trayecto.

Había una chica de Granada que pasó medio camino de mi brazo, una doctora embarazada a punto de parir a la que dedicamos un aplauso por su esfuerzo y una chica llamada Isabel, que subió al mirador la primera  y se escondió, cuando llegué yo, me dio  una sorpresa.

Lo dicho gente competente y un pase muy apañado.



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